domingo, 28 de abril de 2013

CAPÍTULO III ETAPA DOS: COMPRENSIÓN DEL PROBLEMA



3.1  COMPRENSIÓN DEL PROBLEMA


En esta etapa del proceso de investigación se pretende construir teoría pedagógica sobre el problema de investigación, el cual ya ha sido previamente formulado.  Se continúa con la metodología de la IAE siguiendo el espiral Acción ®Observación®Reflexión®Planeación, para volver a la acción; es decir, descomponer el problema en sus partes; identificar las categorías de análisis que lo constituyen y elaborar una comprensión holística, dándole una nueva significación a cada una de ellas, en consenso con el colectivo, teniendo como base el plan de acción para la comprensión del problema. Por lo tanto, se procedió a elaborar el plan de acción para la comprensión del problema para seguir el proceso de:

1.   Identificación y construcción de categorías de análisis.
2.   Construcción de significados comunes en torno a dichas categorías.
3.   Construcción de hipótesis de trabajo.
Se hace necesario como dice Ángel Pérez (1996)[1] “sumergirse en la complejidad de los acontecimientos reales e indagar sobre el caso concreto, con la libertad y flexibilidad que requieren las situaciones, elaborando descripciones y abstracciones de los datos, siempre provisionales y utilizados como hipótesis de trabajo”.

Para la identificación de categorías de análisis, se motivó al colectivo a participar en esta nueva etapa del proceso de investigación, desarrollando un taller reflexivo y crítico (Ver Anexo 11), que les permitió dar una mirada reflexiva y crítica a la pregunta global, al objetivo general, las subpreguntas y objetivos específicos, construidos en la etapa anterior; comprenderlos e interpretarlos con el fin de deducir los elementos constitutivos del problema, identificándolos como categorías de análisis. En este momento, los actores involucrados en la situación explican, interpretan y valoran los elementos que constituyen el problema, mediante un diálogo argumentado, cada equipo realizó su planteamiento grupal en torno a dichas elementos, construyendo mapas conceptuales que muestran su comprensión holística sobre los mismos.

Se  le  entregó  una encuesta  al  colectivo  de apoyo para recoger su
comprensión sobre las categorías de análisis identificadas previamente, es decir, para problematizarlas y poder construir significados comunes alrededor de ellas.  Se reflexionó e indagó la concepción teórica sobre cada una de las categorías, desde su naturaleza, estructura y sentido.

CATEGORÍA 1: PRÁCTICA PEDAGÓGICA ETICA
1.   ¿Qué entiende por práctica pedagógica ética?.
2.   ¿Qué sentido tiene una práctica pedagógica ética?.
3.   ¿Qué caracteriza una práctica pedagógica ética?.

Ø Práctica Pedagógica Ética: Es aquella donde el maestro se presenta como una persona prudente, justa, equitativa, que no causa trauma a sus estudiantes y ellos están conscientes de sus avances y debilidades.

Ø El sentido que tiene la práctica pedagógica ética, se fundamenta en formar estudiantes éticos, es decir, responsables, honestos, justos y comprometidos, que le permita fortalecerse como persona.

Ø La práctica pedagógica ética se caracteriza porque el maestro se preocupa por conocer cada uno de sus estudiantes y así puede determinar cuáles son sus avances y debilidades, además, le tiene en cuenta todos los demás aspectos de la clase y trata de conocer qué problemas no le permiten avanzar para así poderlos orientar.

CATEGORÍA 2: EVALUACIÓN COMO PROCESO DE FORMACIÓN

4.   ¿Crees tú que la evaluación es un proceso de formación?. ¿Por qué?.
5.   ¿Qué finalidad tendrá la evaluación si la comprendemos como proceso de formación?.
6.   ¿Cree usted que la evaluación como proceso de formación debe llevarnos a la toma de conciencia? ¿Por qué?.
Ø Si la evaluación se toma como proceso de formación, no se debería hacer tanto énfasis en el conocimiento.

Ø Para que la evaluación sea un proceso de formación debe respetar el ritmo de los estudiantes, motivarlos hacia el estudio y elevar su autoestima.

Ø La evaluación como proceso de formación deberá cuestionar y analizar todo lo que se da en la acción educativa.

Ø La finalidad de la evaluación sería ayudar al estudiante a solucionar sus problemas de aprendizaje.
Ø Pasa a ser un recurso pedagógico, que permite mejorar el proceso educativo.
Ø La evaluación vista de esta manera permite reorientar los procesos de aprendizaje y enseñanza.

Ø La evaluación como proceso de formación permite llevarnos a la toma de conciencia, porque evaluar supone reflexionar y analizar causas que motivan el desempeño o rendimiento.

CATEGORÍA 3: TOMA DE CONCIENCIA

7.   ¿Qué entiendes por toma de conciencia?.
8.   Qué procesos nos llevan a la toma de conciencia?.
9.   ¿Qué relación hay entre autonomía y toma de conciencia?.

Ø Si, porque si se toma conciencia sobre el qué, el cómo y el para qué de la evaluación, esta se convierte en un elemento que dinamiza la formación integral.

Ø Por la toma de conciencia se entiende que es la opción de optar por lo mejor.

Ø Es la capacidad de decidir qué es lo que me conviene.
Ø Es lo que nos permite darnos cuenta del progreso de nuestros hijos.

Ø Los procesos que nos llevan a una toma de conciencia son: la critica, los cuestionamientos y la responsabilidad.

Ø Un diálogo abierto y respetuoso, nos permite poner en el tapete nuestras inquietudes.

Ø Una interacción dialógica entre estudiantes, padres y maestros propician la toma de conciencia del nivel de avance del proceso educativo.

Ø La relación que hay entre la autonomía y la toma de conciencia es que la autonomía como la capacidad de tomar decisiones en beneficio del grupo, nos permitirá tomar decisiones justas y libres.

Ø Mi autonomía personal no puede primar sobre la colectiva, pues al tomar decisiones debe darse prioridad al bien común.

Las respuestas a estos interrogantes fueron recogidos por el equipo de apoyo, al interior de los distintos estamentos; se analizaron las respuestas y se organizaron para hacer la triangulación interinstitucional de cada una de las categorías de análisis; siendo estas respuestas los significados nocionales para el colectivo.

Estos saberes nocionales de los estamentos se tuvieron en cuenta para la definición de categorías de análisis.

Lo anterior significa que la comprensión de cada categoría, construida desde la vivencia, (significados nocionales), fue enriquecida con conceptos y categoría de conceptos, por investigadores dedicadas al tema, entre ellos podemos citar: A María Teresa Buitrago[1], quien dice que: “la práctica pedagógica es una práctica investigativa, reflexiva, crítica y ética, donde el docente le da validez a los principios de valoración moral que orienta las decisiones de la práctica”

Gimeno Sacristán[2] afirma que: “La evaluación con fines formativos se inserta en el ciclo reflexivo de la investigación acción; pretende responder a la pregunta de cómo están aprendiendo  y progresando nuestros alumnos. Sólo así se podrá introducir correcciones, añadir acciones alternativas y reforzar determinados aspectos”.

Para Miguel Ángel Santos[3] “La metaevaluación no sólo permitirá valorar de manera rigurosa los resultados, sino que permite tomar decisiones eficaces para mejorar el planteamiento, la dinámica y los modelos de evaluación”.

Seguidamente se entregó al colectivo los aportes teóricos sobre las categorías de análisis surgidas en el proceso, haciéndose una lectura comprensiva de las mismas, con el propósito de reconstruir su visión. Apropiarse de ellos para reorientar las acciones a seguir.

Práctica Pedagógica Ética

Una práctica pedagógica ética implica para el maestro estar abierto, atento a las necesidades de los educandos, escuela y comunidad; es decir, debe ser una práctica social contextualizada que contribuya a la formación individual y colectiva del ser humano; desde esta perspectiva, el maestro debe aprender conocimientos y desarrollar competencias y actitudes adecuadas a su actuar práctico, para afrontar situaciones únicas, conflictivas, que se dan al interior de la vida escolar y del contexto sociocultural en donde vive el o la estudiante.

Al hablar del ideal del docente, también se hace necesario reflexionar el papel de la escuela como espacio pedagógico y de formación, impregnado de valores, es indispensable revisar y transformar el quehacer docente, hacia una práctica pedagógica ética; para esto se hace necesario un cambio de actitud del maestro para enfrentar el desafío de los avances de la “globalización de la sociedad del conocimiento y del nuevo proyecto de nación en Colombia, que exige que la práctica pedagógica transforme la escuela en proyecto educativo cultural”. (María Teresa Buitrago 1999).[4]

La práctica Pedagógica ética, la conciben las investigadoras como la práctica que en su naturaleza es autónoma, en su estructura es investigativa, participativa, comunicativa y en su finalidad es reflexiva.
Para una mejor comprensión, se amplía cada uno de estos aspectos, a continuación.

a.   Práctica Pedagógica Autónoma

En la aldea global se requiere formar para la autonomía, por lo que la práctica pedagógica autónoma es importante para los procesos de formación; ella se define como habilidad para participar, basada en el ejercicio de la Democracia, por lo cual, ésta se construye en el día a
día de la escuela; se posibilita cuando pone al individuo en capacidad
de..., cuando se abren espacios democráticos, cuando se forma al individuo con la capacidad de pensar por sí mismo con sentido crítico.  Una práctica pedagógica autónoma se concreta cuando se eligen y asumen compromisos con responsabilidad, cuando se hace posible la participación del individuo, cuando hay respeto por el otro y se asume y practica una forma de pensamiento.

Juan Carlos Tedesco[5] (1992), en uno de sus planteamientos sobre las reformas en educación, insiste en el modo de aprender a ser autónomo, como una demanda de las nuevas pedagogías.

Cuando en los procesos de enseñanza- aprendizaje se valora y respetan las experiencias propias del estudiante, como una clara posibilidad de punto de partida para aprender de modo autónomo y creativo; y esto requiere de docentes autónomos, de espacios institucionales, donde se privilegie la autonomía; entonces una práctica pedagógica autónoma permitirá construir teoría pedagógica contextualizada.

En este sentido, las investigadoras se identifican con lo que apunta Viviana Restrepo Ruiz[6], cuando dice: “La autonomía es la esencia de los procesos de formación y actúa al mismo tiempo como telos y como ethos, puesto que es un fin valioso en sí mismo, porque garantiza la realización del máximo sentido de la vida humana y es ethos en cuanto es en su ejercicio desde donde se garantiza una vida altamente moral.  La autonomía es una condición individual necesaria para quienes tienen la responsabilidad de organizar ambientes de aprendizaje y contribuir al desarrollo humano”.

Es el docente quien desde su propia praxis iniciará la búsqueda de respuesta que darán sentido a su práctica pedagógica; deberá comenzar a comprenderla como una práctica pedagógica ética, basada en la autonomía, la investigación y la reflexión; reconceptualizarla es responsabilidad de todo docente, para hacer de la evaluación un proceso ético que propenda por el desarrollo humano.

El propósito de las investigadoras, al educar a los (as) estudiantes es formarlos como personas autónomas, éticas y responsables, capaces de reinterpretar su propia cultura y participar actualmente en los procesos de cambio hacia el mejoramiento personal y social.

Las investigadoras comprenden que la práctica pedagógica se deja interlocutar desde los ideales y desde las necesidades, es decir, se contextualiza, y sólo será posible en la medida en que se construya la autonomía profesional docente, para romper la tensión entre teoría y práctica pedagógica.

b.   Práctica Pedagógica Investigativa

“Consiste en formular propuestas teóricas basadas en la comprensión de la realidad de las instituciones educativas, en donde la investigación se realice como práctica pedagógica para generar el diálogo entre los miembros del grupo, para comprender los diferentes puntos de vista, tratando de encontrar lo oculto, la esencia de cada situación, el sentido de los procesos de aprendizaje, de formación y de desarrollo humano”. Augusto Romero Díaz[7]

La investigación como práctica pedagógica la asumen las investigadoras como una forma de indagación autorreflexiva, que emprenden los actores de una comunidad (docentes, alumnos, padres, directivos y administradores), acerca de los procesos formativos que se realizan en las instituciones educativas, para mejorar la racionalidad y la justicia de sus propias prácticas pedagógicas, sus entendimientos acerca de las mismas y las situaciones dentro de las cuales ellas se realizan.
A través de la práctica pedagógica investigativa, los maestros y alumnos buscan interpretar y comprender los problemas que se presentan en el aula y en la institución y asumirlos como un aprendizaje, de manera participativa, para resolverlos con procedimientos pedagógicos nuevos.

La participación es el involucramiento psicológico de las personas en situaciones de trabajo en equipo, que las estimula a contribuir a la obtención de las metas del equipo y a compartir las responsabilidades de éstas.  Lo anterior implica que las personas no sólo deben estar preparadas físicamente para el trabajo, sino tener la predisposición psicológica para compartir y contribuir en la consecución de los logros trazados por el grupo y para el grupo.

El docente que logra comprender el proceso de investigación, construye conocimientos sobre su práctica, se va formando como un investigador, va mejorando y transformando en todos sus aspectos su práctica pedagógica y su proyecto de vida.

“La práctica pedagógica investigativa incorpora el aprendizaje de la búsqueda argumentativa, del consenso, de procesos organizativos para la acción hacia proyectos comunes, de la superación de conflictos, sobre criterios del bien común”. María Teresa Buitrago[8].

“Es preciso interrelacionar, mediante procesos de investigación, los vínculos educación - sociedad y cultura, los referentes teóricos, las prácticas pedagógicas y los procesos de formación.  Se requieren investigaciones en y para la educación, de acción cooperativa entre los miembros de las comunidades educativas en sus propias instituciones”. Augusto Romero Díaz.[9]

c. Práctica Pedagógica Reflexiva

La práctica pedagógica reflexiva es considerada como el sentido de la pedagogía, es entendida como la ciencia que construye teoría educativa, partiendo de la reflexión desde el método hermeneútico; reflexionar sobre la práctica del maestro, es partir de las acciones propias de su práctica pedagógica, desde los procesos de descripción, explicación, interpretación y valoración que hacen posible la comprensión consciente de la práctica pedagógica.

La práctica pedagógica reflexiva permite generar conocimiento a partir de los procesos que orientan su trabajo académico.  Es parte importante, esencial del accionar pedagógico que realiza el maestro en el aula de clases, ésta le permite dar solución a problemas que se presentan en su cotidianidad.

Así mismo requiere del docente comprometido, una actitud reflexiva que lo lleve a establecer una articulación coherente entre la teoría y la práctica, y entre el pensamiento y el actuar.  De igual forma, la práctica pedagógica reflexiva, es un momento inherente al desempeño que le permite dar el sentido a la Acción® Observación®Reflexión®Planeación de las situaciones problemas, en un contexto determinado.

Como lo plantea Gimeno Sacristán y Angel Pérez Gómez[10], es importante tener claro que: “La reflexión, a diferencia de otras formas de conocimiento, supone tanto un sistemático esfuerzo de análisis como de necesidad de elaborar una propuesta totalizadora, que captura y orienta la acción.  El conocimiento académico, teórico, científico o técnico, sólo puede considerarse instrumento de los procesos de reflexión, cuando se ha  integrado  significativamente, no
en parcelas aisladas de la memoria semántica, sino en los esquemas de pensamiento más genéricos, que activen al individuo al interpretar la realidad concreta en la que vive y sobre lo que actúa, y cuando organiza su propia experiencia”.

Asumir una práctica pedagógica ética como un momento de reflexión, con la intención de  interpretar la realidad del aula y de la institución, con relación al objeto de estudio en este caso, Dimensión ética en los procesos evaluativos, llevará a transformar las concepciones que tengan los actores alrededor de éste.

Centrar la práctica pedagógica ética en la reflexión, lleva a construir conocimiento a partir de procesos dialécticos, por lo cual, la evaluación pone en evidencia la vinculación de los actores en la relación pedagógica, docentes – estudiantes y padres.

Evaluación como Proceso de Formación

Durante los procesos evaluativos, los estudiantes desarrollan  una gran creatividad e imaginación para vencer al maestro y alcanzar los logros.  Casi siempre todas las dificultades que se presentan en estos procesos son generadas por el tipo de estrategias metodológicas utilizadas para enseñar y los enfoques evaluativos asumidos, repercutiendo en su proceso de formación.

Superar los modelos pedagógicos de enseñanza y reorientar los enfoques evaluativos se constituye en un reto para el docente del siglo XXI, por lo cual enseñar, aprender y evaluar se convierte en objetos de investigación para mejorar los procesos evaluativos.  Para esto se debe tener en cuenta todos los aportes que proporcionan las teorías planteadas, las cuales permiten a los maestros y a la escuela dar una mirada a esta experiencia educativa, volver a reflexionar sobre lo realizado como educadores, contemplar para comprender, tomar distancia para entender el sentido que tiene la acción pedagógica cotidiana; donde la escuela juega un papel central en el desarrollo del pensamiento, conocimiento, habilidades y valores dentro del esquema de la educación integral.  Por ello se deben buscar las estrategias didácticas que mejor se acomoden a lo que se ha propuesto; desde la manera de entender el trabajo pedagógico y con él, el aprendizaje y formación de nuestros estudiantes.

En los últimos años la teoría del aprendizaje que se ha privilegiado en la educación y en el país, es la del aprendizaje significativo.  Este tipo de aprendizaje se da cuando el alumno, como constructor de su propio conocimiento relaciona los contenidos por aprender y les da un sentido a partir de los conocimientos que ya posee, o sea de su estructura conceptual y las organiza a la manera de redes con sentido y con significado.  Para ello las relaciones que establece el estudiante debe hacerlas de una manera sustantiva y no arbitraria, para lo cual requiere de las dimensiones anotadas anteriormente.

¨    Motivación afectiva del estudiante por el aprender y por generación de relaciones significativas entre los materiales de apoyo.
¨    Significatividad lógica del material de aprendizaje, que en realidad hace referencia a la potencialidad del material para su significado.
¨    La significatividad psicológica presente en el estudiante, qué es la disposición (competencia) para establecer las relaciones significativas entre los materiales potencialmente significativos y sus propios conocimientos previos.

Es necesario e importante que dentro de estos aprendizajes significativos se propicien ambientes de aprendizaje medidos por las relaciones e interacciones del maestro – alumno – asignatura.

Respecto a la individualidad del estudiante, supone conocerlo en sus características, potencialidades y realidades más acordes con la vida de nuestros educandos y de su formación.
La creación de ambientes donde las relaciones de convivencia, reconocimiento del otro y la construcción conjunta sean posibles.  De ahí que se hace necesario impulsar propuestas para el trabajo en equipo, plenarias y conversatorios, etc., aspectos que influyen en su formación.  La consideración alrededor de la actividad del estudiante, como componente sustancial en el aprendizaje. Hoy en día no se concibe ninguna propuesta que no privilegie la participación activa del estudiante, donde se cualifique la consulta, indagación, la búsqueda y la investigación, donde prevalezca la formación de un pensamiento crítico orientado hacia la innovación y la proposición, ante los desafíos que plantean las ciencias y la vida.

Así mismo los valores como libertad y responsabilidad se constituyen en actitudes fundamentales del aprendizaje y metas de formación.  Cuando en  el proceso educativo las clases se descentralizan del profesor, fortalecen la corresponsabilidad como una de las normas para la acción.  Es importante tener en cuenta la variedad de estilos de aprendizaje, inteligencia, de enseñanza y de diversas fuentes que emplee el estudiante para alcanzar el aprendizaje, no sólo de elegir, sino de acercarse a estas oportunidades que se le ofrecen.

Esta búsqueda de diferentes acciones y aprendizajes le permiten al estudiante traspasar los niveles del conocimiento por el conocimiento para trascender éste a realidades más humanas y para una mayor comprensión de nuestra realidad.

La evaluación es uno de los procesos más complejos de la actividad educativa, dada su permanente interacción con todos los componentes de la misma. En cuanto proceso reflexivo y valorativo del quehacer humano, desempeña un papel regulador, orientador, motivador y dinamizador de la acción educativa; más que controlar el cumplimiento de objetivos, interesa comprender las razones por las cuales éstos son o no alcanzados.

La evaluación compromete al estudiante y al docente en la construcción y formación de sí mismo, de sus otros compañeros y su mundo, a través de la práctica autoevaluativa en la que va desarrollando su conocimiento y su comprensión.

La ética juega un papel fundamental en los procesos evaluativos, pues incide en la sensibilización y toma de conciencia para optar por el mejoramiento personal y colectivo.
La evaluación es un proceso de formación porque cuando se practica la auto y la  coevaluación, se aprende, sólo así se toma conciencia, de lo que se ha aprendido o dejado de aprender.

Como proceso de formación, el conjunto de acciones orientadas por el docente son acciones intencionadas, que parten de la realidad que se analiza para poder pronunciarse sobre ella, se establece entonces una interacción entre el evaluador y la realidad evaluada; el evaluador construye un marco de referencia con relación a la concepción de evaluación que se sustenta, los propósitos que se derivan de ésta (currículo, lo que debe enseñarse, resultado).  Al tener en cuenta los marcos de referencia se va trasladando desde el SER al DEBER SER, lo cual permitirá reorientar los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Toma de conciencia.

La evaluación como proceso de formación lleva a un aprendizaje y a una enseñanza, solamente se sabe si se ha aprendido o si se ha enseñado a través de un análisis y una valoración reflexiva de la misma, la reflexión sería el instrumento que permite tomar conciencia de los resultados, del nivel de avance para tomar decisiones con intencionalidad pedagógica y retroalimentar el proceso.

No se puede hablar de una evaluación como proceso de formación de reflexión y ética, sin involucrar la investigación al proceso, pues esta nos lleva a incorporar una investigación al mismo, y a través de ella se construye conocimiento sobre la práctica pedagógica misma.

Lo ético en el proceso juega un papel fundamental, incide en la sensibilización y toma de conciencia para optar por el mejoramiento personal y colectivo, potenciando así el desarrollo humano en sus tres dimensiones.

Compromete al estudiante en la construcción de sí mismo, de sus compañeros y de su mundo, transformando lo negativo en actitudes y valores; para el rediseño de estas situaciones se requiere asumir una actitud permanente de investigación.

En palabras de María Teresa Buitrago[11], “la evaluación en sí misma es un proceso ético de formación, reflexión e investigación que lleva a todos a una toma de conciencia, la cual está fundamentada en principios de justicia y equidad, que nos permite darnos cuenta si lo que aprendimos y lo que enseñamos es bueno para todos y ayuda a construir una mejor sociedad”.

El proceso de evaluación que se vive en el aula y en la institución implica una toma de conciencia de los logros alcanzados, de acuerdo al concepto, del desarrollo donde se realice, ya sea individual o grupal, de ahí que esta es considerada en sí misma como un recurso pedagógico que permite hacer un pare para revisar, orientar y guiar el proceso educativo.

Si partimos de la premisa que todo proceso que realiza el maestro en el aula de clases es intencional, esto nos lleva a emplear una serie de implicaciones metodológicas que se derivan de esa intencionalidad del proceso educativo; que despierten los procesos de comprensión de conocimiento, de interpretación crítica, de innovación y creación de participación de síntesis, de análisis, de establecimiento de interacciones de grupo, del pensar y de actitud comprometida con el proyecto de vida.

Teniendo en cuenta lo anterior, “la evaluación no es neutra, es concreta, determinada con sentido específico, hecha por programas y personas específicas, y con textos válidos para la evaluación y los juicios que le ocurren”.[12]

Una evaluación por procesos permite que el estudiante sea más responsable  y autónomo,  pues  estará en condiciones de dar cuenta
de sus procesos y tomar conciencia del acto de aprender en grupo e individualmente; será creativo e innovador, en tanto que podrá encontrar muchas y variadas respuestas a los problemas teóricos y prácticos de su disciplina, a través de la investigación.

Será más ético, debido al acto cotidiano de autovalorar sus aprendizajes y el de su grupo en el contexto de una enseñanza caracterizada por el diálogo y el acto comunicativo.  Igualmente, los docentes deben cumplir la misión, con su acto pedagógico, de formar personas autónomas, responsables, justas, democráticas, con criterio para tomar decisiones éticas, participativas, con espíritu de búsqueda e investigación de la realidad, reflexivas y críticas.

En la evaluación, no sólo es importante la actitud del estudiante, sino la del educador en el sentido que dé confianza al evaluar, que sea honesto, prudente y justo; también compartir el seguimiento riguroso que supone un proceso de evaluación cualitativa de sus estudiantes, a través de un diálogo sincero, respetuoso, que muestre una actitud positiva del proceso evaluativo y no como una carga de poder, utilizada por el profesor para seleccionar los aciertos y fracasos de estos.

Teniendo en cuenta lo anterior, la evaluación requiere de un ejercicio de comprensión “para evaluar, dice atinadamente Stenhouse (1984)[13], hay que comprender”.  Esto supone que el profesor debe comprender qué tipo de procesos realiza el estudiante Qué es lo que ha comprendido y qué es lo que ha asimilado.

Podemos concluir, la evaluación por procesos, se pretende orientar más no imponer criterios, pues la innovación es de cada quien y la construcción de conocimiento no resulta por imposición sino por la relación activa entre los agentes del proceso educativo.

Con el estudio juicioso de este material de apoyo, se hizo un diálogo argumentado para elaborar en colectivo, esquemas conceptuales sobre cada categoría.

Después de confrontar significados nocionales con los significados elaborados, el colectivo construyó el esquema que recoge su comprensión sobre la categoría de análisis: evaluación como proceso de formación: consideran que la evaluación como proceso de formación es ético, reflexivo e investigativo.  En cuanto a lo ético porque debe estar fundamentado en principios como la justicia y la equidad, con una intencionalidad pedagógica. Es un proceso de reflexión que parte del análisis y la valoración del hecho educativo en el cual participan padres, docentes y estudiantes comprometidos, para construir una cultura evaluativa ética.  Como proceso de investigación, lleva a la construcción de conocimiento sobre la propia práctica pedagógica y retroalimenta los procesos de formación; todo esto lleva a la toma de conciencia sobre el nivel de avances y/o dificultades de nuestros (as) estudiantes.


Una vez que el colectivo confrontó significados nocionales con significados comunes.Toma de conciencia; considera que esta categoría es importante pues a través de una reflexión dialógica sobre la realidad escolar, se podrá mirar como está nuestra práctica pedagógica y por medio de ella se podrá retroalimentar los procesos de formación, teniendo como eje la autonomía como esencia de los procesos de formación, condición indispensable para hacer uso racional de nuestra libertad y asumir un compromiso ético con la acción educativa.


Una vez que se construyeron los significados comunes sobre cada una de las categorías constitutivas del problema, el colectivo articuló en un esquema síntesis su nuevo marco de referencia para poder explicar, interpretar y valorar los hechos que constituyen el problema y darle el sentido que cada uno de ellos tiene en el aula y en la institución.

El colectivo de apoyo comprende que la evaluación como proceso de formación va de la mano de una práctica pedagógica ética, sólo si transformamos nuestra práctica pedagógica tradicional, en una práctica autónoma, investigativa y reflexiva, llegaremos a tomar conciencia de cómo se dan los procesos de formación.

La toma de conciencia parte de la reflexión investigación, de la autonomía como el compromiso con la acción, de un análisis, valorativo de los procesos, para construir conocimiento, sobre los procesos de aprendizaje y enseñanza, sólo en la interacción se toma conciencia  de los procesos de formación, es decir, que tanto una práctica pedagógica ética como la evaluación como proceso de formación llevan a una toma de conciencia, son tres (3) elementos claramente articulado.

Se hicieron planteamientos grupales y estamentales, triangulando las respuestas para la búsqueda de consenso, que nos llevó a construir significados comunes, (Ver Esquema No.12), los cuales resultaron de confrontar los significados nocionales del colectivo con los significados elaborados de cada categoría, se explicó al colectivo cómo desde estos significados comunes se construirían las premisas comprensivas alrededor de cada una de ellas.

 Una vez realizado este proceso se continuó con la construcción de las premisas comprensivas de cada categoría, se construyó el significado de premisa tomándolo como un planteamiento teórico, claro y coherente, bien argumentado, que expresa un marco de referencia construido desde nuestra práctica pedagógica sobre cada categoría que constituye el problema.

Se ilustró al colectivo sobre cómo estas premisas comprensivas van constituyendo teoría pedagógica en torno al problema investigado, aportando elementos para comprender su estatuto epistemológico, es decir, como pueden aportar respuestas a la construcción del conocimiento en torno al hecho educativo, como hecho humano y social y cómo la pedagogía es el eje, la esencia de los procesos de formación docente.


Con el propósito de sistematizar los conceptos construidos por el colectivo, después de una plenaria, se reelaboraron las premisas confrontadas con necesidades y objetivos, en un diálogo reflexivo, analítico e interpretativo, se llegó a construir las formulaciones hipotéticas sobre cada categoría, como respuestas a las incoherencias evidenciadas entre la comprensión y la acción, planteándose en ellas comprensiones propositivas para solucionar el problema, desde cada uno de sus componentes, coherentes con los objetivos específicos de las situaciones.

Se explicitó y definió en consenso con el colectivo de apoyo el concepto de hipótesis:
“Es la situación de una propuesta pedagógica comprehensiva para dar solución al problema, en una realidad específica”.

Es evidente el nivel logrado por el colectivo sobre la comprensión para la transformación de la situación problema, lo que ello implica en el desarrollo de su pensamiento y en la construcción de competencias que generen interacciones que potencien el desarrollo humano.

Para el planteamiento hipotético o sub hipotético se tuvo en cuenta la cultura escolar, entendiendo por esta las costumbres, los esquemas cotidianos, los significados escolares, etc.

La ideología en que se vive, planteándolas como situaciones de contraste para clarificar por qué, en qué y cómo somos diferentes y como se ha logrado construir comunidad. 


Después de un proceso de síntesis, se integraron las hipótesis construidas en cada categoría para formular la hipótesis de trabajo como expresión de una propuesta pedagógica comprehensiva, para dar solución al problema en una realidad específica.

Las Construcciones hipotéticas, para cada una de las categorías de análisis evidencian el nivel logrado por el colectivo sobre la comprensión del problema y lo que implica transformarlo.

Para construir la hipótesis de trabajo, en consenso se tomó conciencia del problema y se enfocó el análisis sobre la realidad, haciéndose un planteamiento claro y coherente de una propuesta comprensiva y holística que le dé solución en su escenario real.

Al construir la hipótesis de trabajo, el colectivo de apoyo y las investigadoras quieren decir en ella que conciben la evaluación como un proceso de formación ética, basada en principios de justicia y equidad, mediados por la interacción comunicativa o el diálogo interactivo de sus actores, por lo que se hace necesario replantear la práctica pedagógica hacia una práctica ética, que incida en la formación de los estudiantes y se traduzca en una toma de conciencia que quiere el desarrollo humano de los mismos. 








[1] BUITRAGO, María Teresa. La investigación como práctica pedagógica. Ponencia. Santa Marta 1999.
[2] GIMENO SACRISTÁN , José. Comprender y Transformar la Enseñanza. Morata. Madrid 1994.
[3] SANTOS GUERRA, Miguel A. La Evaluación: Un proceso de diálogo. Comprensión y mejora. Editorial Aljibe. Madrid 1996.
[4] BUITRAGO, María Teresa. La investigación como práctica pedagógica. Revista Investigando y educando. CEIP 1999.
[5] TEDESCO, Juan Carlos. Cuadernos Pedagógicos. Universidad de Antioquia 1999.
[6] RESTREPO RUIZ, Viviana. La autonomía en la práctica profesional del docente. Ensayo Revista CEIP, investigando y educando. Barranquilla 1999. Pág. 45
[7] ROMERO DÍAZ, Augusto. Investigando y Educando. CEIP. Pág. 54.
[8] BUITRAGO, María Teresa. La Investigación como Práctica Pedagógica. Ponencia. Noviembre 8,9 y 10/99. Santa Marta.
[9] Ibid pág. 54.
[10] GIMENO SACRISTAN, José y PÉREZ GÓMEZ, Angel. Comprender y transformar la Enseñanza. Morata. Madrid 1994.
[11] BUITRAGO, María Teresa. Seminario de Evaluación. Unibosque 30-01-01. Barranquilla.
[12] TORRES ZAMBRANO, Guillermo. Otra evaluación, otra cultura. Universidad Santo Tomás. Pág. 5
[13] SANTOS GUERRA, Miguel A. La Evaluación: Un proceso de diálogo, comprensión y mejora. Editorial Algibe Madrid 1996. Pág. 74







[1] PEREZ, Ángel y GIMENO SACRISTÁN, José. Comprender y transformar la Enseñanza. Madrid. Morata 1995

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